Las Fundaciones pueden realizar, directa o indirectamente, actividades mercantiles o industriales.
La principal condición es que deben destinar una determinada proporción de sus ingresos a la realización de sus fines.
Son las denominadas Fundación-empresa: fundaciones que desarrollan actividades empresariales (mercantiles o industriales).
En la actualidad la disciplina estatal —y en la autonómica—viene a admitir abiertamente que las fundaciones desarrollen actividades empresariales de acuerdo con ciertos límites y condiciones.
No se trata sólo de que no exista incompatibilidad alguna entre la idea de lucro y el concepto de fundación, sino que ha de subrayarse que la obtención de un lucro por las fundaciones resulta esencial para que puedan subsistir.
Se asume por parte de las fundaciones una voluntad de beneficio controlado, limitado y subordinado a su aplicación al fin de interés general propio de esta clase de entidad.
Su Patrimonio está formado por todo tipo de bienes y derechos susceptibles de valoración económica, requiriéndose la autorización del Protectorado cuando se trate de enajenar o gravar una parte de ellos, que represente un valor superior al 20% del total de activo de su último balance anual.
La aceptación de herencias se entiende hecha siempre a beneficio de inventario.
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