En primer lugar, debemos conocer cuál es la diferencia entre discapacidad y dependencia:
La dependencia supone que una persona necesita ayuda de otra para realizar las actividades básicas de la vida diaria (lavarse, comer, vestirse, etc.). Esta pérdida de autonomía se puede deber, por ejemplo, a una enfermedad o a una discapacidad.
La discapacidad, por su parte, es una limitación para hacer determinadas actividades (oír, andar, etc.), pero no siempre es necesaria la ayuda de otra persona para el día a día.
Qué es el grado de discapacidad:
Es una valoración de las limitaciones funcionales que presenta una persona, así como de los factores sociales complementarios que pueden actuar como una barrera. Se realiza con criterios técnicos que responden a un baremo de carácter nacional, igual para todas las Comunidades Autónomas, y se expresa en un porcentaje.
Tarjeta de reconocimiento de la discapacidad:
La tarjeta es un carnet personal e intransferible que permite mayor comodidad a la hora de acreditar un grado de discapacidad igual o superior al 33%, dando acceso a prestaciones económicas (pensiones no contributivas, entre otras); reducciones o exenciones de impuestos y tasas (impuesto de circulación o IVA reducido en productos sanitarios); tarjetas de estacionamiento; servicios sociales, como ayuda a domicilio, o tratamientos en centros base; formación y orientación para el empleo; jubilación anticipada; programas de vivienda, ocio, educación específicos, etc.
Recursos, ayudas y subvenciones existentes para atender una discapacidad:
No todas las personas con un grado de minusvalía igual o superior al 33% pueden ser sujetos de los mismos derechos, acceder a las mismas prestaciones o disfrutar de las mismas ventajas, debido a que los diferentes Organismos solicitan OTROS REQUISITOS (de convivencia, económicos, formación mínima…) además de diferentes grados de minusvalía. Por otro lado, ciertas ayudas dependen de la legislación local correspondiente.
Vemos un resumen a continuación:
(continuará)
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